“Allá se negaba todo: la nación no era otra cosa que una invención de los “capitalistas”; la patria, un instrumento de la burguesía destinado a explotar a la clase obrera; la autoridad de la ley, un medio de subyugar a el proletariado; la escuela, una institución para educar esclavos y también amos; la religión, un recurso para idiotizar a la masa predestinada a la explotación; la moral, signo de estúpida resignación, etc. Nada había pues, que no fuese arrojado en el lodo más inmundo.” “…Día tras día pude replicar a mis contradictores, informado como estaba mejor que ellos de su propia doctrina, hasta que en un momento dado debió ponerse en práctica aquel recurso que ciertamente se impone con más facilidad a la razón: el terror, la violencia.” (Adolf Hitler).